El espacio: la nueva frontera de la innovación

El espacio: la nueva frontera de la innovación

La exploración espacial no consiste en descubrir el Planeta B, sino en encontrar soluciones a los enormes retos a los que nos enfrentamos en la Tierra, afirma la futuróloga Sophie Hackford

Lejos de la pandemia, la guerra y los fenómenos meteorológicos extremos de la Tierra, los seres humanos están alcanzando nuevos confines en el espacio.

Mientras celebramos el 22.º aniversario de la vida y el trabajo en el espacio, 2022 será testigo del lanzamiento de una misión lunar no tripulada, el debut de un avión silencioso y supersónico, así como de una aeronave experimental totalmente eléctrica. Entre otros programas espaciales, se realizarán pruebas de la nueva tecnología de defensa planetaria en EE. UU. y un estudio de la luz de rayos X emitida por los agujeros negros y otros objetos cósmicos extremos.

Todo esto se basa en los éxitos logrados en 2021, año en el que asistimos al aterrizaje del rover Perseverance en Marte, a una misión de sonda solar que tocó el sol por primera vez y a las muestras de rocas y suelo lunar traídas por China.

La exploración espacial es, sin duda, apasionante. Pero, ¿qué sentido tiene invertir tanto tiempo y dinero en el espacio cuando el mundo se enfrenta a problemas más inmediatos aquí abajo?

Según la investigadora de la de la Universidad de Oxford y futuróloga Sophie Hackford, explorar el espacio nunca había sido tan esencial para el futuro de la humanidad como ahora.

«(El espacio) está infravalorado como fuerza impulsora de la innovación para nuestras vidas aquí, en la Tierra. Ha dejado de ser competencia exclusiva de los organismos de investigación gubernamentales y del complejo militar-industrial. Ahora es un ámbito increíblemente apasionante en el que empresarios, científicos, gobiernos e instituciones están innovando», afirma Hackford, cofundadora de 1715 Labs, una empresa de datos e inteligencia artificial con sede en Oxford.

«No creo que podamos comprender el desarrollo de las futuras tecnologías aquí en la Tierra si no entendemos lo que está pasando en el espacio».

Pero el objetivo, añade, no debería ser encontrar el Planeta B ni preservar la biosfera –como dijo una vez el fundador de Space X, Elon Musk– para que podamos crear en otro lugar una segunda versión de la Tierra a donde los ricos puedan escapar.

«Para mí, se trata de centrar toda la atención en nuestra vida en la Tierra, es necesario que así sea», explica Hackford.

«Nos enfrentamos a retos tan increíbles aquí en la Tierra... que para poder resolverlos necesitamos todo el espíritu emprendedor y la innovación que podamos conseguir. El espacio es casi como una especie de laboratorio, o lugar de ensayo, muy importante para poder probar ideas nuevas».

Misiones terrestres y productos «fabricados en el espacio»

En los últimos años, las agencias espaciales también han prestado más atención a la forma en la que la exploración del espacio puede ayudar a mejorar la vida en la Tierra.

Por ejemplo, la NASA está colaborando con empresas comerciales y agencias espaciales internacionales para lanzar cinco misiones de satélites que estudiarán la atmósfera, el suelo y lo que hay bajo la superficie.

El Observatorio del Sistema Terrestre contribuirá a orientar las iniciativas relacionadas con el cambio climático, la mitigación de catástrofes, la lucha contra incendios forestales y la mejora de los procesos agrícolas en tiempo real.

El conjunto de datos satelitales de la NASA también se utiliza para OpenET, una colaboración con Google y varias universidades que proporciona información a escala de campo sobre el consumo de agua, la cual puede utilizarse para mejorar la gestión hídrica, maximizar la cosecha por cada gota y reducir los costes de fertilizantes y agua.

Las agencias espaciales de Europa y China tienen misiones centradas en la Tierra destinadas a desarrollar un conjunto de registros de datos satelitales que los científicos pueden utilizar para comprender mejor el cambio climático y predecir el futuro. La innovación espacial también está transformando la fabricación.

El entorno espacial –microgravedad, vacío o temperaturas extremas– permite fabricar determinados productos que sería imposible producir de otro modo.

Por ejemplo, la empresa de nueva creación Made in Space, con sede en Florida, recientemente ha impreso en 3D una fibra óptica a bordo de la Estación Espacial Internacional.

La fibra espacial era de mejor calidad y más eficiente que sus equivalentes fabricadas en el entorno con gravedad, el cual provoca imperfecciones tales como la formación de burbujas y cristales.

La empresa también está desarrollando en el espacio un sistema robótico de fabricación y montaje de precisión para la producción de estructuras a gran escala, como herramientas de comunicación o incluso estaciones espaciales, en órbita. Su lanzamiento está programado para 2023 en un cohete reutilizable.

La fabricación forma parte de la floreciente economía espacial global, en la que la disminución de los costes de lanzamiento de los satélites, los avances tecnológicos y el aumento de la financiación privada están abriendo nuevas fronteras. Desde Internet por satélite y minería de asteroides hasta turismo espacial, se espera que la industria crezca desde los actuales 350.000 millones de USD hasta alcanzar 1 billón de USD en 20401.

Los albores de los nuevos seres humanos

Las tecnologías espaciales también tienen potencial para mejorar la atención sanitaria y ayudar a los seres humanos a adaptarse a un entorno hostil, ya sea en el espacio o en la Tierra.

Los investigadores espaciales están desarrollando piel electrónica para supervisar parámetros vitales que puedan integrar en plataformas de IA. Entre los dispositivos en desarrollo se incluyen una «nariz electrónica» con la capacidad de detectar compuestos nocivos y un «oído electrónico» para detectar patologías en los ruidos pulmonares.

Estos dispositivos portátiles pueden incorporarse a prendas tales como camisetas o trajes espaciales, haciendo las veces de «exoesqueletos»2.

La incorporación de todas estas tecnologías puede permitir a los seres humanos cambiar la naturaleza de nuestra especie para prepararnos ante un posible fin del clima estable de los últimos 10.000 años.

«Conozco a algunas personas en el mundo de la astronomía que ni siquiera consideran nuestros telescopios o naves espaciales como herramientas, sino como extensiones de nosotros mismos. (Es) la idea de que podemos modificarnos genéticamente para sobrevivir mejor en condiciones difíciles», afirma Hackford.

Como dijo una vez su excolega y astronauta de la NASA Yvonne Cagle: ¿y si el extraterrestre que buscamos somos nosotros mismos?

[1] https://www.morganstanley.com/Themes/global-space-economy
[2] https://jmai.amegroups.com/article/view/5712/html
Foto de banner: Noche estrellada del lago Mashu en Hokkaido © masa 
El sereno lago Shikotsu en Hokkaido ©  Yo_Takehana
Columpio en el mar de Kioto © F_Photo
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